LAV



Intrigados por conocer de primera mano el restaurante que le ha arrebatado la primera posición en TripAdvisor al mismísimo Cocinandos, decidimos reservar una mesa a 1 mes vista en el LAV (advertimos que no es fácil la cosa si queremos ir en fin de semana).

Nada más entrar somos amablemente recibidos e invitados a tomar algo en la zona de bar mientras estudiamos las opciones del menú degustación que ofertan.




Para hacer más corta la espera en la zona de bar, nos sorprendieron con dos deliciosos bocados: una "piedra"de foie y chocolate primero y un macaron de garbanzo y berza, ambos entrantes combinaban a la perfección sabores dulces y salados, el macaron llevaba una base de morcilla que nos resultó un poco fuerte para empezar, pero estaban muy buenos.









A continuación el maitre nos llevó a la cocina para un breve "Showcooking", tras presentarnos a los chefs, una de ellos nos hizo un cono de tartar de ternera con toques de wasabi, pimienta, cebollino y jengibre y una pequeña pipeta de yema que había que aplicar sobre el bocado antes de degustarlo, estaba exquisito.


Tras este recorrido nos guiaron a nuestra mesa, hay que decir que el ambiente es perfecto, tanto la música como la decoración, iluminación etc, armonizan perfectamente, además el aforo es bastante limitado pòr lo que la sensación de bienestar es ideal.

Ya en la mesa nos sirvieron los entrantes escogidos. El ceviche de mero estaba delicioso, la textura suave del pescado armonizaba muy bien con el helado de lima, el tapenade de aceitunas negras también le daba un buen toque.




La menestra de otoño no estaba tan lograda. El plato consistia en un carpaccio de boletus con lascas de ibérico, piñones, aceite de nuez, un muslito de codorniz y otras setas salteadas. Para mi gusto los rebozuelos tenían un ligero toque a rancio, tal vez fuesen desecados y el shii-take resultaba un tanto invasivo, no nos pareció acertado.




De primero ambos pedimos la crema de calabaza: el plato consistió en un tartar de vieira con berros y trozos de queso de cabra que venían con hielo seco, que sublimó al verter la crema de calabaza con curry rojo dejando un efecto humeante muy vistoso. La mezcla de calabaza con curry rojo nos gustó, pero entre el queso de cabra, el curry y los berros, no entendimos muy bien qué pintaba la vieira.




Tras el primero y un tiempo prudencial llegó el pescado, el rodaballo estaba bueno, pero de nuevo aparecieron sabores ya degustados como el tapenade, el pure de garbanzo que acompañaba o los berros.





El taco de atún me encantó, muy jugoso y bien combinado con el aguacate asado que le tenía un ligero toque a humo y el tomatillo, un fruto de la familia del phisalis con un sabor muy peculiar y que rara vez hemos probado en restaurantes de nuestro país. Sobre el atún venía una espuma de lima y lascas de cebolla morada, muy bueno.





Acabados los pescados, llegaron los platos de carne. El ciervo estaba sorprendentemente tierno y jugoso, la panacotta de castañas que lo acompañaba, bastante insípida, venía con un poco de foie rallado y hojas de orégano. También como guarnición venía un tartar de boletus, una elaboración un tanto repetida a lo largo de la cena.




El lechazo a baja temperatura fue tal vez el plato que menos nos convenció. Daba la sensación de estar cocido y poco jugoso, las patatas comté que acompañaban excelentes, no así los rebozuelos que al igual que en el entrante no estaban bien conservados y tiraban a rancio, ese sabor es algo muy habitual en esta seta si no se consume en fresco.



Antes de los postres nos sirvieron un pre-postre consistente en una espuma de diferntes frutas, muy buen sabor pero le falló la temperatura, no suficientemente fría.





Luego llegaron los postres, la milhoja era espectacular, el hojaldre buenísimo, el toque de la lima muy sorprendente y las cremeas de chocolate muy ricas también.




No podemos decir lo mismo del otro postre, la colmena. Consistía en un helado de requesón con un sabor dulce totalmente plano, miel de pésima calidad y una especie de cera que hacía las veces de panal y sabía exactamente a eso, a cera, acompañada también de una crema de membrillo hiperdulce e insípida, lo único que aportaba matices a este postre eran unos gránulos de fruta de la pasión, inexplicable...





Tras el prepostre y el postre, llegaron los petit fours...el post-postre. Unos macarons de frutos del bosque rellenos de una crema buenísima y unas mini-tabletitas de chocolate de naranja con tierra de queso, nos dejaron muy buen sabor de boca.





La cena la regamos con un champagne G.H. Mumm y agua recién hecha, un agua que "fabrican" en el propio restaurante.










El precio rondó los 60 euros por persona, desde luego que no es barato pero la experiencia lo merece y digo la "experiencia" más que la propia cocina en sí. También hay que decir que el champagne incrementó bastante la cuenta.


Resumiendo, el LAV es uno de los restaurantes de obligada visita en nuestra ciudad, ofrecen una experiencia muy grata con un ambiente y servicio impecables, en la cocina aún tienen que pulir algunos detalles para llegar al nivel de otros, pero estamos seguros que lo conseguiran.




ENTORNO: 9.5


SERVICIO: 9


COCINA: 7


PRECIO: 6


CALIDAD/PRECIO: 7.5







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