Mirai

En la calle Cantareros, en la zona del Barrio Húmedo que limita con La Chantría, encontramos este nuevo restaurante ubicado en el mismo local que antes ocupaba "El faisán dorado". Pero no confundamos, todo ha cambiado de uno a otro, pues ahora se trata de un moderno restaurante de ambiente juvenil y selecto.

Su propuesta culinaria se embarca dentro de lo que denominaríamos cocina fusión (de ingredientes, técnicas y sabores) donde en Mirai aúnan elementos de la cocina oriental (china y japonesa), con la exótica, desconocida y, por estos lares, seguro que infravalorada cocina peruana, junto a exquisitos toques de la gastronomía local.

En cuanto al servicio decir que fuimos excelentemente atendidos desde el principio, entre las propuestas nos llamó la atención el menú degustación por su variedad (y cantidad) de platos, nombres tan sugerentes como ininteligibles para algunos de nosotros que presagiaban experiencias exóticas, sutiles, salvajes y muy muy placenteras para el paladar. Puedo leer hasta aquí, que decía un presentador de la tele, pero el caso es que a mí hoy me apetece anticipar que las previsiones no se vieron frustradas por los hechos.

Lo primero que nos trajeron fue un aperitivo no contemplado en el menú, consistente en una sopa de miso con shii-take, tofu ahumado y un alga que estaba bien presentada, servida y de sabor pero en la que hubo disparidad de opiniones entre nosotros respecto al papel del alga.

Tras el aperitivo comenzaron a llegar los platos del menú, el primero un tataki de atún con zoque de tomate de árbol, que traducido para los profanos constaba de 2 suculentos pedazos de atún marinado pasados brevemente por el fuego, pero conservando toda la exquisita textura del pez, que vinieron acompañados por una especie de tallarín con intenso sabor a tomate, un ajoblanco y brotes de alfalfa. El conjunto resultó exquisito y nos evocó unánimemente a la cocina japonesa.

Siguiente plato. Llegó el dim sum de pato y langostinos, mandarina al ají limo y sansho, el cual consistió en una especie de fina empanadilla con una masa y un relleno exquisitos que llevaba un aire de pimienta que daba a todo el plato un sabor picante que nos encantó. Hubo unanimidad en que este plato superaba al anterior en casi todos los aspectos, algo que parecía francamente difícil, y en que nos evocaba unívocamente aromas orientales: la comida china (en el buen sentido de la expresión), aunque con un toque picante más suramericano. Exquisito de exquisitez.

Llegó el turno de una panceta Dong Po con manzanas y lima Kaffir que para muchos fue el plato estrella; un trozo grueso de panceta que tenía un sabor indescriptible y delicioso.

El siguiente plato fue gyoza de morcilla con crema de muelas, pera y balsámico, así es como lo pone el menú impreso, aunque una especie de bizcocho crujiente con sabor a nabicol nos hizo pensar que el plato era ligeramente distinto y que nos recordó a todos, en cierta medida, al pote gallego.

Luego vinieron los cubos de pez mantequilla con panko, jugo de alcachofas, avellanas y fideos de arroz, era un plato de pescado blanco en fritura con acompañamiento de judías verdes y fideos de arroz en crudo sobre los que se derramaba en el momento el jugo de alcachofas. En esta ocasión he de decir que, si bien el plato no estaba mal, después de degustar otros tan sabrosos nos resultó un tanto insípido, quizás lo hubiésemos apreciado mejor al principio del menú.

Luego llegó otro de los mejores platos, un teriyaki de pollo de corral con ravioli de maiz y bizcocho de remolacha, el pollo de intenso sabor con el dulzor del bizcocho resultó una combinación increíblemente armoniosa.

Tras todo esto nos llegó el Bloody Mary Confusion, una especie de gelatina con un logradísimo sabor al famoso coktail y un toque picante que nos sirvió de preparación al postre.

El postre. Fondue de chocolate caliente con diferentes frutas y un brownie de castañas que pudimos mojar en él. Deliciosa.

Como impresión general en este menú queda que las raciones son de tamaño adecuado, pero al ser tantos platos, la sensación final fue de que era muy abundante, aunque estando todo tan bueno no sobró prácticamente nada.

Vinos. Lo regamos todo con un txacolí muy agradable de cuya bodega nadie logra acordarse y un ribera joven que 3/4 de lo mismo. Culpa de ellos es la falta de memoria, supongo.

El precio fue de 46 euros, incluyendo infusión y chupito, lo cual nos parece bastante adecuado teniendo en cuenta la calidad de productos y exquisitez de las elaboraciones. Sin duda es un lugar absolutamente recomendable, esperamos que tengan mucho éxito con este novedoso proyecto, único en la ciudad de León y al que acogemos en nuestro modesto blog con mucho gusto. Y pocas veces mejor dicho.

ENTORNO: 8
SERVICIO: 9
COCINA: 8.5
PRECIO: 7
CALIDAD/PRECIO: 8.5

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Totalmente de acuerdo, es maravilloso, el mejor de toda la ciudad sin dudarlo
Robe ha dicho que…
Estuvimos allí cenando 2 parejas y salimos encantados, vuestro blog es genial, se nota que valorais la calidad, a quien no le guste que se aguante, a mi me encanta.

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