Vivaldi

Hacía tiempo que queríamos visitar este aclamado restaurante leonés y, pese al reciente fallecimiento de su chef y retirada de su estrella Michelin, decidimos visitarlo.

Está situados en pleno barrio Humedo, en una casa tradicional acondicionada en varias pequeñas salas, el ambiente logrado así es íntimo y acogedor, la decoración es de estilo tradicional.

El servicio es agradable, incluso simpático y cercano, aunque no nos pareció a la altura de tan aclamado lugar por un par de detalles: no nos ofrecieron recoger nuestros abrigos sino que lo tuvimos que solicitar nosotros y tampoco nos ofrecieron el Menú degustación de "Cocina en miniatura" que habíamos visto en la web, sino que también hubo que pedirlo, son detalles de poca importancia pero que nos llamaron la atención.
Otra cosa que nos extrañó es que los menús han de servirse por unanimidad de los comensales, es decir, no puede pedir cada persona un menú diferente, tras diferencias de opinión nos decantamos todos por el menú Vivaldi, compuesto por 4 platos y un postre.

Pronto nos sorprendieron con un delicioso aperitivo consistente en un tartar de ahumados con almeja y una suave croqueta, que no estaba previsto en el menú, tras esta pequeña delicia comenzaron a llegar los platos.

Lo primero fue un hojaldre caramelizado con eneldo, pimientos asados, anchoa en salazón y berenjena confitada, resultó sorprendente por el dulzor del hojaldre que contrastaba con la sal de la anchoa, eso sí hay que decir que es toda una odisea comerlo, ya que al partir el hojaldre el contenido tiende a salirse por los laterales.

Lo siguiente en llegar fueron garbanzos de pico de pardal fritos con gambas al ajillo, un plato de corte más tradicional que resultó agradable aunque más mediocre que el resto, también observamos que las gambas brillaban por su práctica ausencia.

Luego vino el pescado, que en este caso fue bacalao rebozado por cortezas de cerdo ibérico, sopa de patatas y callos de ternera de Valles del Esla, hay que decir que el bacalao es fresco, no desalado como esperábamos, pero en conjunto resultó un plato delicioso, sorprendente el toque de los callos y el crujiente de las cortezas.

Por último vino la carne que fue hamburguesa de buey de Valles del Esla con salsa de mostaza en grano y escamas de patata frita, muy buena aunque nos sorprendió que no nos preguntasen por el punto al que queríamos la carne que, aunque para mi gusto estaba perfecta, para algunos resultó cruda en exceso.

Como colofón llegó el postre consistente en milhojas de mantequilla de Valdeón, crema de nata cocida con helado de galleta y toffee, estaba bueno pero personalmente me pareció excesivamente graso.

La cena la regamos primero con un vino verdejo de Rueda Jose Pariente y luego cambiamos a un Villacezán crianza.

El precio se acercó a los 60 euros por persona, hay que decir que los platos no son demasiado abundantes aunque al final la sensación es de quedar muy lleno, debido sobre todo al postre, que, como ya dije, es bastante calórico.
La opinión final generalizada fue de que es un sitio donde lo que se paga excede la calidad y cantidad de lo comido, sin menospreciar el menú que hay que reconocer que está muy por encima de lo habitual, pero 60 euros nos pareció excesivo.

ENTORNO: 8
SERVICIO: 6
COCINA: 7
PRECIO: 4
CALIDAD/PRECIO: 6

Comentarios

Antonio Castro ha dicho que…
Increible es ver lo que ha perdido este sitio,lo visité hace unos meses y decidí que no habría una próxima vez. Hace años era un restaurante extraordinario, el mejor de León, una lástima...
Anónimo ha dicho que…
Del Vivaldi ya no queda ni el rastro, detalles como los que describes al llegar hacen que los sitios tengan encanto o sean mediocres. Saben muy bien lo que hacen: raciones justitas (que son las mas caras) y de postre mantequillaza, para que de sensacion de quedar lleno. Timadores de la hosteleria

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