Restaurante "El almendro" (Ponferrada)

Sin hambre ni metas fijas desestimamos en nuestro último paso por Ponferrada el excelente establecimiento del restaurate "Tres Portiñas" para recalar en un sitio nuevo con aire de novedoso donde comimos no demasiado mal y esperamos muy mucho más de lo debido entre cada plato.

El lugar en cuestión es un sitio céntrico en la ciudad de Ponferrada, no demasiado difícil de encontrar, con un aspecto higiénico, moderno y con pretendida distinción. Cuenta con 2 pisos (comimos en el superior) de similar decoración, bien iluminados y de ambiente agradable.

Aunque, digamos, los clientes tampoco estuvieron todos a la altura de las circunstancias, el servicio era, presuntamente, respetuoso y amable, con ciertas lagunas en la atención, que marcan demasiado la experiencia de la comida. Demasiado tiempo entre plato y plato. Demasiadísimo.

Probamos menú del día (12 €/persona) y menú de las jornadas gastronómicas del Bierzo (23€/persona). No estuvo mal la cosa, salvo detalles, que paso a, valga la redundancia, detallar.

Nos obsequiaron con unos pinchos, en ambos menús, que consistieron en sendas croquetillas sabrosas para los de las jornadas, que fuimos 2, y una delicatessen de boquerón servida en cucharita "a la japonesa" para el menú del día. Todo bueno, sabroso y a cuenta de la casa. Obsérvese que no digo abundante ni falta que hace.

De primero tomamos: potaje de acelgas y bacalao (sin bacalao y a tenedor) el del menú, y ensalada de rape con aceitunas negras, reducción de vinagre dulzón y zanahoria esparcida por las orillas del plato para los de las jornadas. Ni fú ni fá.

De segundo fueron 3 platos diferentes, una hora después del primero más o menos. Alitas de pollo rebozadas con ensalada y patatas fritas para el del menú. Abundante y sabroso sin necesidad de estar salado. Carrilleras de cerdo con puré de manzana reineta (qué rico) para uno de los menús de las jornadas, abundante y sabroso, sin saladuras tampoco y bacalao (fresco y escaso) acompañado de sabroso pisto y una presunta "salsa de yoghourt" que resultó ser nata para cocinar casi a palo seco (a excepción de unos finos tallitos de ¿eneldo? que merodeaban por allí). Lo peor lo exhiguo del bacalao y la naturria, obviamente.

Regamos la comida con agua, servida en envase de vidrio, como debe ser para mejor salud del consumidor, y un Tilenus "de barrica de Roble" que no apuramos del todo a pesar de estar muy, pero que muy, "decente" (odio esa palabreja).

Postres: leche frita, sabrosa y muuuuuuuy abundante y un arroz con leche servido en copa que no tuve el ¿placer? de probar. No hubo quejas en todo caso y eso que parte del personal iba muy predispuesto a la "camorra culinaria", cosa que detesto y que no justifico en ningún caso. Bien, digamos casi ninguno por si acaso.

Precio: lo justo pactado 46+12+13 del vino, es decir, que si dividimos el vino entre los 3 que fuimos, cosa que no sucedió porque pagué yo salimos a poco más de 16 por el menú (con buen vino) y poco más de 27 por los de las jornadas. En cualquier caso precios muy superiores a la cantidad, elaboración y calidad de los platos.

Culinariamente se puede volver, por supuesto, pero es que a mí la comida me costó 71€ más una hora que perdí de mi trabajo (y que se me descuenta), que me hace pensar que una cosa es la atención "elegante y sin prisa", y otra muy diferente aburrir al personal. Para gustos, nada fue imperdonable.

ENTORNO: 6
SERVICIO: 4
GASTRONOMÍA: 6
PRECIO: 5
CALIDAD/PRECIO: 5