El gato que ríe
En Garrafe de Torío, a muy pocos kilómetros de León, justo detrás de la farmacia, encontramos este restaurante-bar-cafetería-club cultural donde además de ir a comer, se puede tomar un café, jugar una partida, leer un libro en su acogedora biblioteca al calor del fuego, ver una exposición de pintura o ver una buena película en los ciclos de cine que organizan. Nosotros, en esta ocasión, fuimos sólo a comer.
El interior es como una casa rural, con su chimenea, sofás, estanterías llenas de libros, más acogedor imposible, desde el principio te sientes como en casa. También ayuda mucho el excelente trato que recibimos por parte de Ana, la dueña, pendiente de agradar en todo momento, explicando la carta, aconsejando... ¡un lujo de servicio!
La carta es bastante escueta pero los platos suenan deliciosos, nos decidimos por varias raciones para compartir, ya que no sabíamos qué decidir ante tan sugerentes nombres.
Empezamos con una tabla de quesos y lengua curada, ambas raciones muy abundantes y de buen sabor.
Continuamos con un delicioso revuelto de morcilla, luego una exquisita tosta de bacalao con tomates y cebolla confitada que nos quitó el hipo y por último una de pulpo a la brasa con cremoso de patata, también excelente.
De postre pedimos una milhoja de nata impresionante, un flan de queso y una exótica sopa de chocolate con helado de naranja. Fuimos maridando los platos con sendas copas de un tinto de Zamora (Alaia) y un Rueda verdejo blanco (Lurton), ambos muy agradables y asequibles. Hubo quien pidió cerveza y también encontró con qué darse gusto entre las propuestas del alegre minino.
El precio apenas superó los 20 euros por persona con café/infusión incluido y tomado confortablemente en la "biblioteca", junto a la chimenea. Lástima que aún no estuviese prendida.
Resumiendo, merece la pena alejarse unos pocos kilómetros de la ciudad para disfrutar de este sitio tan peculiar. Merece la pena y mucho porque volveremos seguro.
ENTORNO: 9
SERVICIO: 10
COCINA: 8
PRECIO: 7
CALIDAD/PRECIO: 9
El interior es como una casa rural, con su chimenea, sofás, estanterías llenas de libros, más acogedor imposible, desde el principio te sientes como en casa. También ayuda mucho el excelente trato que recibimos por parte de Ana, la dueña, pendiente de agradar en todo momento, explicando la carta, aconsejando... ¡un lujo de servicio!
La carta es bastante escueta pero los platos suenan deliciosos, nos decidimos por varias raciones para compartir, ya que no sabíamos qué decidir ante tan sugerentes nombres.
Empezamos con una tabla de quesos y lengua curada, ambas raciones muy abundantes y de buen sabor.
Continuamos con un delicioso revuelto de morcilla, luego una exquisita tosta de bacalao con tomates y cebolla confitada que nos quitó el hipo y por último una de pulpo a la brasa con cremoso de patata, también excelente.
De postre pedimos una milhoja de nata impresionante, un flan de queso y una exótica sopa de chocolate con helado de naranja. Fuimos maridando los platos con sendas copas de un tinto de Zamora (Alaia) y un Rueda verdejo blanco (Lurton), ambos muy agradables y asequibles. Hubo quien pidió cerveza y también encontró con qué darse gusto entre las propuestas del alegre minino.
El precio apenas superó los 20 euros por persona con café/infusión incluido y tomado confortablemente en la "biblioteca", junto a la chimenea. Lástima que aún no estuviese prendida.
Resumiendo, merece la pena alejarse unos pocos kilómetros de la ciudad para disfrutar de este sitio tan peculiar. Merece la pena y mucho porque volveremos seguro.
ENTORNO: 9
SERVICIO: 10
COCINA: 8
PRECIO: 7
CALIDAD/PRECIO: 9
Comentarios
Monica
Ensalada de bacalao con tomates deshidratados, muy sabrosa.
Tosta de queso de cabra, deliciosa con su pan de Manganeses.
Pulpo con cremoso de patata, versión renovada del pulpo con cachelos, muy buena.
Sopa de chocolate con helado de naranja amarga. Enorme, contundente, chocolate muy especiado.
Esto es lo que yo he probado, todo muy rico, calidad/precio buena y la gente encantadora.
Para repetir.
De todas formas el viaje, el paisaje merece la pena.
Aprovecho para comentar que a 100 metros en el Meson los Nogales preparan unas fantásticas hamburguesas de casi el kg. Y
El trato del personal estupendo.
De todas formas el viaje, el paisaje merece la pena.
Aprovecho para comentar que a 100 metros en el Meson los Nogales preparan unas fantásticas hamburguesas de casi el kg. Y
El trato del personal estupendo.