CASA PALOMO
Un sábado que hacía un frío impropio incluso de nuestra gélida capital, nos pusimos a deambular por las calles del húmedo en busca de un sitio que ofreciese cocido, ante la imposibilidad de deleitarnos con tan apropiado manjar, nos decidimos a entrar en este escondido restaurante, situado en una de las angostísimas callejas que van a parar a la plaza mayor.
El sitio es bonito aunque un pelín agobiante, demasiadas mesas para tan poco espacio, aún así es acojedor. Antes de que llegasen los platos nos pusieron un aperitivo de crema de queso azul, que aunque no era nada del otro mundo, se agradece cuando los estómagos están vacíos.
No tardaron en llegar los pimientos de bierzo rellenos de carne, que si no fuese porque llevo toda la vida viéndolos, asándolos, pelándolos y por supuesto, comiéndolos, hubiese colado, pero siendo yo una berciana de pro...Como que no cuela, no estaban del todo mal, pero un poco fibrosos. De segundo nos trajeron sendos entrecots que estaban bien de sabor y al punto, pero tenían unos nervios de acero que ni James Bond, había que estar entrenado para cortarlos. El flan casero de postre hay que reconocer que sí estaba delicioso. El servicio es agradable, pero tampoco derrocha simpatía. El precio fue de 20 euros por persona, no es caro, pero hay que reconocer que esperábamos otra cosa de este sitio, hemos quedado un poco decepcionados. Sin ser un sitio netamente "malo", León está lleno de mejores opciones.
ENTORNO: 6
SERVICIO: 6
GASTRONOMÍA: 5
PRECIO: 5
CALIDAD/PRECIO: 5
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El sitio es bonito aunque un pelín agobiante, demasiadas mesas para tan poco espacio, aún así es acojedor. Antes de que llegasen los platos nos pusieron un aperitivo de crema de queso azul, que aunque no era nada del otro mundo, se agradece cuando los estómagos están vacíos.
No tardaron en llegar los pimientos de bierzo rellenos de carne, que si no fuese porque llevo toda la vida viéndolos, asándolos, pelándolos y por supuesto, comiéndolos, hubiese colado, pero siendo yo una berciana de pro...Como que no cuela, no estaban del todo mal, pero un poco fibrosos. De segundo nos trajeron sendos entrecots que estaban bien de sabor y al punto, pero tenían unos nervios de acero que ni James Bond, había que estar entrenado para cortarlos. El flan casero de postre hay que reconocer que sí estaba delicioso. El servicio es agradable, pero tampoco derrocha simpatía. El precio fue de 20 euros por persona, no es caro, pero hay que reconocer que esperábamos otra cosa de este sitio, hemos quedado un poco decepcionados. Sin ser un sitio netamente "malo", León está lleno de mejores opciones.
ENTORNO: 6
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